La Emperatriz de los Vergeles, ataviada por Álvaro Abril, bajó de su altar para recibir al pueblo granadino en su besamanos. Como es habitual, la Reina del Triunfo estaba radiente, con un manto azul, su toca de sobremanto de salida, una saya rosa con bordados plateados y un tocado precioso, también plateado. Tenía un aire muy macareno, con cinco soles, que tenian un parecido a las marriquillas de la Esperanza Macarena de Sevilla.